El referente del rock nacional argentino celebró su cumpleaños número 70 de la manera que más ama hacerlo
Mientras se desarrollaban las primeras actividades en el Centro Cultural Kirchner, lo que se decía en los pasillos de organización y prensa era que el cumpleañero haría una aparición en el final del “Bloque 3”.
Charly decidió dar vuelta todo: cuando a las 18.30 se abrió el telón del Auditorio Nacional, estalló “Cerca de la revolución” y allí estaba el homenajeado, de elegante traje blanco, remera negra, sombrero, y brazalete “Say no more”, poniendo al público en llamas.
A lo largo de la tarde más de cien músicos tributaron a su figura y su marca dentro del rock y la música argentina.
Con Rosario Ortega e Hilda Lizarazu en las voces, con el Zorro Quintiero y Fito Páez en teclados, Pablo Guyot en guitarras, Fernando Samalea en batería y Alfredo Toth en bajo, Charly dio un mini set de temas emblemáticos, cosas como “Promesas sobre el bidet”, “Raros peinados nuevos” y “Demoliendo hoteles”. Y el telón se corrió otra vez, pero el público que llenó la Ballena pidió y pidió hasta que el cumpleañero le dio el gusto... nada menos que con “Canción para mi muerte”:
“Una vieja canción que me transportó al estrellato argentino”, dijo Charly al arrancar “Canción para mi muerte”, el gran éxito de “Vida” el primer LP de Sui Generis de 1972, la última de las inolvidables canciones que esa tarde cantó en el CCK.
La irrupción de García fue parte de los festejos que se realizaron en el CCK, que preparó una programación ambiciosa que tuvo en “Charly cumple” a su evento estelar. Su concepto se basaba en repasar la obra del célebre músico a través de cuatro bloques. Pero también hubo homenajes en el Teatro Colón y en Tecnópolis. Mientras que los dos últimos se concentraban en revisitar su cancionero clásico en clave de pop y rock, articulados básicamente por músicos que lo acompañaron a lo largo de su trayectoria, los dos primeros recreaban su obra a través de una perspectiva académica y popular.
El concierto del CCK y en particular el segmento donde estuvo Charly fue seguido por una multitud congregada en las afueras del ex Correo Central, donde una pantalla gigante seguía las alternativas de lo que sucedía en el Auditorio Nacional en vivo y era visto centenares de jóvenes que no consiguieron entrada y se acercaron para seguirlo desde la plaza adjunta.
El concierto arrancó con un recorrido por la obra de Charly a cargo de una orquesta de cámara de tres violines, tres violas, dos sellos, contrabajo, corno, oboe, flauta, piano y percusión.
El grupo académico, a través de un delicado trabajo musical fue uniendo distintas piezas de García, poniendo de manifiesto la riqueza melódica de las creaciones del máximo rockstar argentino, maleables y dispuestas a asumir distintos formatos, registros e interpretaciones, que jugaron a modo de reformulaciones que nunca olvidaron el original del cual provenían.
Una platea atenta, colmada, expectante, recibió la música que llegaba desde el escenario con alegría y fue transitando sin excesos este reencuentro extraño de música, gente e interpretaciones en vivo en la pospandemia, en un concierto plagado de sensaciones afectivas por el tributo que rinde y la dimensión del creador al que celebra.
El momento culminante de este primer bloque, donde la música de Charly fue bañada por delicadas líneas académicas fue el desierto existencial que dibujó García en “Yendo de la cama al living”, que arrancó las primeras palmas siguiendo la música e inyectó adrenalina a un concierto de mucha suavidad y densidad aérea.
Los arregladores Julián Caeiro y Pablo Salzman hicieron un recorrido casi cronológico por el repertorio de García uniendo distintas épocas del músico.
Luego llegó un segmento que dejó de manifiesto la inabarcable variedad de lecturas y marcó un profundo arco de influencias del creador de “Clics modernos” en músicos de las generaciones posteriores.
Desde una versión de “Pasajera en trance” en arpa y voz por parte de Sonia Álvarez, a una conmovedora interpretación de “Rezo por vos” en percusión de Santiago Vázquez que puso la piel de gallina, pasando por Darío Jalfin en una clásica, pero bella puesta de “Canción de dos por tres”, las músicas de García parecieron ampliarse y alcanzar nuevos aires en el Centro Cultural Kirchner.
En formato solista, a dúo o en trío, once grupos o artistas pasaron y entregaron una canción cada uno en homenaje al músico que cumplió 70 años y pusieron en acto la penetración de una música y un modo de hacer música argentina inolvidable que seguirá percutiendo por años y décadas.
Hubo apuestas más arriesgadas, un interesante acercamiento en teclado y caja de ritmos y sonidos de Nico Sorín a “Quizás, porque” -único tema del primer longplay de Sui Generis, “Vida” de 1972, que se tocó en el CCK- y otras absolutamente viradas a la improvisación jazzera como “Ojos de videotape” del trío de Ernesto Jodos (piano), Sergio Verdinelli (batería) y Mariano Otero (contrabajo), y “Nos siguen pegando abajo” de Diego Schissi acompañado por Diana Arias en contrabajo.
Hernán Jacinto y Andrés Beeuwsaert en piano, cada uno por su lado, marcaron también los amplios horizontes que puede encerrar la música de Charly y que como un tesoro puede expandirse y alcanzar dimensiones insospechadas que hacen aún más queridas las versiones originales.
Lo que era un recital celebratorio y disfrutado por el público se transformó en un torbellino emocional con la aparición del mismo Charly García, que dio un show cargado de significados y de una potencia arrolladora, y dejó al público “envuelto en llamas”.
Fuente: CM
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